-Por fin quietas- pensó.
Durante más de una hora, las palabras habían estado alborotando en su cerebro, construyendo parábolas absurdas, ajenas a su pensamiento. Fluían con vida propia, sin orden ni concierto. Cerró los ojos y empezó a contar. Los números se enfrentaron a las palabras, las aturdieron con juegos matemáticos y, al fin, las vencieron con la lógica. Ahora estaba preparado y podría enfrentarse a su realidad bipolar, solo tenía que dejar durante un minuto la mente en blanco… solo un minuto y podría ser de nuevo él. Pero, ¿cómo se deja la mente en blanco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario