domingo, 13 de mayo de 2012

Adorada Adriana

Aquí os dejo una carta de amor o desamor, según se quiera ver.



                                                                                                            Cádiz, mayo de 2011

Adorada Adriana

     Sí, porque para mí eres Adriana, la que viene del Mar. Llegaste a mí como llegan las olas a la orilla en una tarde tranquila, de forma casi imperceptible, pero constante, dejando su huella en la arena. Te nombro, Adriana, y no puedo dejar de imaginarme tu sonrisa al escucharme. Porque sé y sabes que tu nombre es otro, pero no para mí, Adriana. Me envuelves con tus abrazos como el mar me envuelve en las tardes de verano. Me dejas el sabor de tu cuerpo, como el mar me deja el sabor a sal en la piel.
      El Mar, ese mar que todo lo impregna en mi vida, es protagonista de la Historia. Esa Historia que me absorbe desde cualquier esquina. No importa el momento, siempre hay un Mar que atrae y aleja, que guarda maravillas en su superficie azul y cristalina, y criaturas extrañas en sus oscuras profundidades. Piélago que oculta en sus adentros vestigios de antiguas civilizaciones perdidas, como Tartessos o la Atlántida. Un Mar que ha hecho florecer culturas en sus orillas y que ha sido escenario de mil batallas. Un Mar surcado por navegantes intrépidos en periplos historiados. Un Mar que guarda en sus entrañas los pecios más preciados de flotas invencibles. Un Mar ávido, que se ha quedado con los más temerarios pilotos y, a la vez, con el más sensible escritor, como Antoine de Saint-Exupéry. De igual forma, yo anhelo quedarme contigo. Aunque seas como ese Mar ambivalente, de aguas tranquilas y de feroces olas. Un Mar y, en sí mismo, tantos mares.
       Porque yo sé que eres Adriana, la que viene del Mar.

                                                                                  Un marino perdido en la Historia

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